sábado, 9 de octubre de 2010

El Colegio de Bachilleres. El orgullo gris.

Los títulos más raros son los que mas llaman la atención. ¿qué necesita nuestro Colegio?
Siempre he pensado en nuestra falta de competividad, como que somos una escuela de tercera y cada año lo parecemos más. Vivimos opacados por la ENP y la Vocacional, como si no tuvieramos una identidad, nadie trae una camiseta del CB, quizas algunos maestros, quizas algunos alumnos y más cuando mas estan en la escuela, pero parecemos una escuela del monton, sin distinción, sin personalidad, nos dicen los "basiquieres" no existe un orgullo de nuestra institución, parecemos un lugar de paso, como si vivieramos un eterno trámite, somos nosotros como un individuo gris, como si las rejas nos personalizaran, somos alumnos sin conciencia y maestros sin alma.
Somos lo heterogeneo de la ciudad, representamos lo mucho, pero no sabemos ser lo uno, lo unico.
Pero...
Pero nuestros egresados son nuestro orgullo, los de recien ingreso nuestro futuro y los de enmedio la promesa.
Yo quisiera que el orgullo lo fueramos todos, los egresados de la UNAM, de la UAM, del Poli, de la ENAH, de la Ibero y todas las demás, que somos los docentes; los estudiantes universitarios que salieron de nuestras aulas, los estudiantes, los directivos que serían los primeros en dar la bienvenida, que tambien pudieramos entonar un goya, por que somos preuniversitarios, no somos el fin del camino, porque somos el camino y nuestros esfuerzos el de todos, son nuestro sello, la marca de todos y nuestro orgullo.
Pediriamos mas actividades que nos den un Colegio de formación, que el Bachiller (que es un grado) se tal, motivo de satisfacción, de júbilo, que los que se van con el corazón tatuado, porque mis exalumnos, universitarios, tecnicos, trabajadores, amas de casa, padres, artistas o artesanos son hijos del CB y donde quiera que vayan llevan consigo lo mejor y lo peor, pero llevan esa educación que los hace sobreponerse, luchar y luchar porque esos son: luchadores que aprendieron en su Colegio.
¡Larga vida al Colegio de Bachilleres!