sábado, 27 de octubre de 2012

Los Dos Mexicos (2)



Vergonzoso, que Calderón haya dado el Grito con un cerco militar: AMLO

Ciro Pérez Silva (Enviado)
Ampliar la imagenRosario Ibarra de Piedra acompañó en su recorrido a Andrés Manuel López ObradorRosario Ibarra de Piedra acompañó en su recorrido a Andrés Manuel López ObradorFoto: La Jornada

San Juan Bautista Cuicatlán, Oax., 16 de septiembre. En el Grito de Independencia en el Zócalo capitalino quedó claro que hay dos Méxicos, “el del pelele Calderón, rodeado de militares, y el de las mujeres y hombres libres que quieren un verdadero cambio en el país”, enfatizó aquí Andrés Manuel López Obrador, quien advirtió que “si nos quitaron la Presidencia, no nos van a quitar el derecho a la esperanza”.
López Obrador destacó que esta división que se dio en la plancha del Zócalo obedece a la presencia de un “gobierno usurpador” que tiene bajo su mando un “aparato burocrático, pero que no cuenta con el apoyo del pueblo”; un gobierno, dijo, sostenido por un aparato de fuerza y por los medios de comunicación, “principalmente por la televisión”.
Calificó de “vergonzoso” que haya tenido que darse el Grito de Independencia en la ciudad de México en medio de un cerco militar: “ya sólo falta que el pelele Calderón acuda a sus actos dentro de un tanque de guerra”, ironizó.
López Obrador cumplió aquí con la visita número 800 al mismo número de municipios del país, y lo hizo acompañado en esta ocasión de la senadora Rosario Ibarra de Piedra, quien tuvo a su cargo la arenga del 15 de septiembre en la otra mitad del Zócalo, “la que le dio la espalda a Palacio Nacional”, y del también senador Gabino Cué Monteagudo, quienes acompañaron al tabasqueño en una visita que le hizo en la cárcel ubicada en este municipio a Flavio Sosa, líder de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxcaca (APPO).
Luego del encuentro de apenas 15 minutos, López Obrador explicó que ambos senadores impulsan las negociaciones para que el juicio de Sosa se lleve a cabo en el marco que establece la ley.
Lamentó que los jueces hubiesen tergiversado las pruebas y frenado el proceso “de un luchador social, hoy un preso político, que no merece estar encarcelado; es ridículo lo que están haciendo las autoridades, y condenable lo que promovió el gobernador ladrón y autoritario, Ulises Ruiz, que hizo gala de su fama de represor y corrupto con el apoyo del pelele Calderón”.
Sostuvo que esta connivencia con Calderón es parte de los acuerdos a los que llegó el “gobierno usurpador con el PRI para asegurarse, a cambio de dar protección a Ulises Ruiz y al gobernador de Puebla, Mario Marín, el apoyo del tricolor a sus reformas legislativas, como se demostró en la aprobación del aumento a las gasolinas y todo tipo de enjuagues”.
López Obrador insistió en condenar la actitud de los jueces y la corrupción en la aplicación de la justicia en México, que sirve “para defender al poderoso, condenar a quien no tiene recursos para comprar su inocencia y castigar al inocente, al que lucha en favor del pueblo”.
El político tabasqueño comentó que Flavio Sosa se encuentra de buen ánimo, “porque sabe que éstas son situaciones a las que se debe enfrentar una persona que, como él, trabaja en favor de los mexicanos”.
En el cuarto día de gira por Oaxaca, López Obrador se reunió con los mixtecos de Santa María Texcatitlán, ante quienes mencionó la “aberrante conducta” de Felipe Calderón, “quien no logra legitimarse y tuvo que recurrir a cinco mil militares y a dividir con vallas el Zócalo de la ciudad de México para conmemorar un año más del inicio de la gesta de Independencia”. Fue un contraste, dijo, en el que se evidenció la existencia de dos Méxicos.
A los indígenas de la región de La Cañada les dijo que de este movimiento que encabeza y que lo ha llevado a visitar ya 800 municipios depende que se pueda sacar al país de la pobreza y la marginación.
Reiteró que es indispensable un cambio de fondo, porque no es posible continuar con la misma política económica que abandona a los productores del campo y lastima la economía de todos los mexicanos; volvió a mencionar a aquellos que “se dejaron engañar” en la pasada elección y votaron “por la palabra de un vil mentiroso como es el pelele Calderón”, y aseveró que esta lucha no es sólo por los mexicanos de hoy, sino por los que vienen detrás.
López Obrador continuará las próximas dos semanas una serie de visitas a diversos municipios de Puebla, así como con la promoción del empadronamiento de simpatizantes del “gobierno legítimo”, de los cuales se han credencializado poco más de un millón 600 mil en apenas seis meses de una meta establecida por el propio ex candidato pesidencial de cinco millones de afiliados, pues, según dijo, “ellos nos robaron la Presidencia de la República porque son unos ladrones, pero también porque nos faltaba organización y por eso la estamos haciendo desde ahora, con tiempo”.

http://www.jornada.unam.mx/2007/09/17/index.php?section=politica&article=009n1pol






Luis Villoro

Una sociedad escindida

Las elecciones del 2 de julio han comprobado un hecho: México está escindido. Escisión entre pobres y ricos, entre izquierda y derecha, entre los de arriba y los de abajo y en medio.
La división ha permanecido en los siglos XIX y XX. Los dos Méxicos subsisten. Es esta división radical la que ha hecho posible, en lo político, las campañas electorales sucias, plagadas de descalificaciones y aun calumnias contra el adversario. Pero es también esa división la que puede explicar cómo el sector privilegiado en lo económico y en lo social puede tratar de justificarse mediante la violencia verbal. Las recientes campañas ¿no son un signo claro de que perdura la división? ¿Cómo superarla entonces?
1. Un primer paso sería cobrar conciencia de nuestra realidad escindida, sin tapujos ni pretendidas justificaciones ideológicas. Por eso, en lo electoral, es urgente comprobar la validez de la elección con el cómputo voto por voto, como exige López Obrador. Sólo así podríamos los ciudadanos tener una mínima seguridad que justifique nuestra elección, sea cual fuere el ganador. Entonces podrían empezar a curarse las heridas que han dejado tanto una elección con sospecha de fraudulenta como una sucia campaña.
2. Pero esa primera condición, por obvia, no sería suficiente para empezar a superar los daños que causó la campaña. Pero las heridas producidas tienen una causa profunda: la persistencia de la desigualdad entre los dos Méxicos. Mientras no lleguemos a lograr el reconocimiento lúcido de la realidad escindida de nuestra sociedad, toda cura será vana.
3. La conciencia de la desigualdad entre los dos Méxicos debe darnos un grito de alarma. Tiene que conducirnos a la resistencia y aun a una lucha decidida contra aceptar una nación dividida entre pobres y ricos, entre privilegiados y excluidos. La resistencia cívica sería nuestra única defensa contra la división que se nos quiere imponer. La resistencia es el inicio de un camino que aminore la desigualdad.
4. Cualquiera que sea el vencedor en la contienda electoral tendrá que atender ese grito de alarma. No valen dilaciones. Es urgente tomar decisiones drásticas. Sólo así podría empezarse a abrir un camino para aliviar la desigualdad.
5. Si el vencedor es López Obrador podrá iniciarse una vía paulatina para luchar contra la división económica y social. Si, en cambio, el ganador fuera Calderón, sólo podemos esperar que logre vencer la tendencia de la derecha de oponerse a la desigualdad real ignorándola o incluso reprimiéndola. No habría lugar para componendas ni negociaciones. En ese caso se abriría un volcán imposible de apagar.
Se confirmaría entonces que la otra campaña sigue la única vía posible.


LOS DOS MEXICOS

En esta entrada publicaré algunas de las noticias, imágenes y  comentarios que me parecen interesantes para comprender el Discurso de "Los Dos Méxicos"



Prevenir o reprimir
Bernardo Bátiz V.
D
icen los bien pagados anunciadores del sistema, locutores, aprendices de locutor, intelectuales orgánicos y todos los interesados en que la situación que vive el país de injusticia y desigualdad continúe; dicen que no pueden tolerar que siga habiendo dos Méxicos, que ya basta, que ya se votó en favor de un candidato, el del neoliberalismo, y que no tenemos que hacer otra cosa más que cerrar filas y dejar de protestar; de lo contrario, a cualquiera que lo haga le puede pasar lo que hace unos días a los normalista de Michoacán y hace unos años a los habitantes de San Salvador Atenco.
Tienen razón, hay dos Méxicos, en lo que no la tienen es en diferenciarlos a partir de puntos de vista puramente formarles y con criterios y valores basados en el neoliberalismo, el afán de competir y la fe en las leyes del mercado; ciertamente está el México de ellos, de los poderosos que cuentan con los recursos económicos públicos y privados a su servicio y con las fuerzas armadas, listas para acallar protestas y protegerlos de todo mal y está el otro México, el del pueblo.
Una muestra de esta dicotomía la tuvimos precisamente en Michoacán con la represión violentísima a los jóvenes de las normarles rurales, todos ellos pobres, muchos indígenas y también casi todos de origen campesino. Fueron golpeados con salvajismo, atados de pies y manos como animales y encima de esto, les cayó todo el peso de publicidad oficial en su contra.
Por un lado, escuchábamos en los noticiarios que los muchachos actuaban con violencia, que eran turbas sin control y que se negaban entre otras cosas, a estudiar inglés y computación, por tanto, merecían lo que les pasara; sin embargo, lo que veíamos era totalmente distinto, las escenas grabadas por las cámaras nos mostraban muchachos que huían o se protegían y eran los policías quienes los apaleaban, pateaban y ataban.
Ese es un México, el México de los poderosos y violentos que aceptan que el proceso para convertirnos en un protectorado siga adelante; el gobernador de Michoacán y su policía local y el gobierno federal y su policía expresaban ante las cámaras de la prensa y de las televisoras cuál es su criterio para resolver problemas: la fuerza y la violación de los derechos humanos y mucha publicidad engañosa, para convencernos de que se está actuando bien, en contra de unos vándalos que no permiten que México avance, que llegue el turismo y los capitales extranjeros vengan a salvarnos.
Frente a esta actitud represiva y que prefigura lo que puede ser el próximo gobierno a punto de iniciarse, se encuentra una forma totalmente distinta de afrontar los problemas; el doctor Miguel Ángel Mancera, jefe electo del Gobierno del Distrito Federal, al participar en el Foro de la Democracia Latinoamericana, defendió la tesis contraria, reprimir como último extremo y excepción, esto es, aplicar el Código Penal como ultima ratio, pero fundamentalmente elevar la calidad de vida a los jóvenes y eventualmente abrir el debate sobre la legalización de las drogas, esto es, preferir la prevención sobre la represión. De paso, y al final del foro, que tuvo lugar en El Colegio de México, opinó que no sería necesario ver a los soldados patrullando las calles de la capital.
La opinión del doctor Mancera, quien ganó ampliamente el voto de sus conciudadanos, es una propuesta humanista para afrontar el clima de violencia que se ha extendido por casi todo el país y se pone francamente de lado del otro México, del que prefiere guardar distancia de la represión y del uso indiscriminado de la fuerza y opta por soluciones preventivas, oportunidades para los jóvenes, que si son rechazados por nuestros sistemas educativos y no encuentran empleo, pueden ser como él lo dijo, reclutadospor las organizaciones de los delincuentes.
Reprimir es atender los efectos de un Estado en que priman la desigualdad y la injusticia; prevenir es atacar el fenómeno de la delincuencia y la violencia antes de que estalle, acudiendo a las causas y no solamente apagando los efectos cuando éstos ya están causando graves daños a las víctimas, a la sociedad y aun a los victimarios, que cometen ilícitos, ciertamente con responsabilidad propia, pero también en respuesta a una sociedad que los acorrala y les cierra posibilidades.
Ahí están representados realmente los dos Méxicos, encarnados en dos gobernantes, uno, Fausto Vallejo, que vota por la dureza, las armas, la guerra y la dependencia del exterior a costa de sus propios gobernados, y otro, Miguel Ángel Mancera, que elige la reflexión abierta, la política, la prevención de los delitos atacando sus causas, opta por abrir escuelas y fuentes de trabajo y se inclina por la aplicación del derecho con respeto a las garantías de los gobernados. Esa es la verdadera disyuntiva, prevenir o reprimir, buscar nuestras propias soluciones basadas en la justicia y el humanismo o someternos a la guerra que desde fuera se nos pretende imponer.