martes, 4 de septiembre de 2007

El martirio del Padre Pro (consecuencias de la intolerancia religiosa)


El padre Pro caminó sereno y tuvo tiempo de oír a uno de sus aprehensores, que le susurraba:
-Padre, perdóneme.
-No sólo te perdono -le respondió-; te doy las gracias.
-¿Su última voluntad? -le preguntaron ya delante del pelotón de fusilamiento.
-Que me dejen rezar.
Se hincó delante de todos y, con los brazos cruzados, estuvo unos momentos ofreciendo sin duda su vida por México, por el cese de la persecución, y reiterando el ofrecimiento de su vida por Calles, como ya lo solía hacer antes... Se levantó, abrió los brazos en cruz, pronunció claramente, sin gritar.- ¡Viva Cristo Rey! y cayó al suelo para recibir luego el tiro de gracia.

http://www.sjmex.org/pro.htm

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